martes, 22 de febrero de 2011

LA VISITA

Quince días habían pasado desde la ultima ves que doña cecilia, hizo el ultimo intento por entrar a visita, en aquella ocasión le dijeron que había llegado tarde. Él soldado ya había recogido los documentos, no es culpa mía señora...las ordenes no son para discutir, sino para cumplir; exclamo en tono fuerte. Le dio la espalda y se alejo sin mas afán que terminar su misión...Cecilia iba con la esperanza de poder entrar y ver a su esposo, el padre de sus tres hijos… y a pesar que otro soldado le increpo que no valía la pena visitar a ese delincuente, ella lo ignoro conteniéndose en su pecho las ganas de decirle un par de malas palabras, Aferrándose a la esperanza, qué la próxima visita si podría entrar. Los días transcurrieron en la incertidumbre de los rumores, cecilia se preparo para tratar de no quedarse con la angustia de perder la visita, está vez llego desde un día antes, pidió permiso en la maquila que trabaja, sin importarle que esto significaría que le descontaran el septimo, aunque el dinero es necesario para los gastos de casa, era mas poderoso el deseo de ver a su esposo. En el desamparo de la noche, sin mas compañía que otras mujeres, que esta en su misma situación, la vigilia se extiende hasta la madrugada, y es interrumpida únicamente por la voz grave de un soldado, que le dice al grupo de mujeres donde esta Cecilia que si quieren entrar a visita, tiene que colaborar con el aseo, a lo cual todas responden en coro: bueno.la tarea finaliza y Cecilia se siente optimista que hoy si podrá entrar al penal, influenciada por la alegría de ser de las primeras visitantes, sé olvida por unos instantes del ajetreo de su largo viaje, tiene tantas cosas que compartir con su esposo, Carlitos su hijo menor siempre pregunta por su papa y ya empezó a botar los dientes de leche, Eduardo esta aprendiendo mecánica en un taller y estudia por la tarde, maricela su hija mayor estudia por la mañana y se a incorporado a un curso de cosmetología, a parte de ayudarle con los oficios de la casa. Pensando que es lo primero que contara a su esposo, ve salir un soldado que a paso firme va recogiendo los documentos, al finalizar.les dice vamos a ver quien tiene suerte, comienza a barajar el manojo de los documentos como si fuera un naipe, comienza a escoger al asar, y uno a uno comienza dar los nombres de las que podrán entrar…Cecilia ora en silencio con mas fe que un creyente, para que el soldado pronuncie su nombre. al final sus oraciones parecen a haber sido escuchadas, y ella es nombrada entre el primer grupo de las mujeres que entraran al penal, ya en el cubículo de registro una mujer con gorro navarone le indica que debe quitarse la ropa, ella obedece la orden, dejando al desnudo sobre su espalda, el tatuaje de una mariposa con los nombres de sus tres hijos formando un circulo que la envolvían, la mujer uniformada luego de hacer un gesto de repugnacia le dice que se vista, que por orden del general no podrá entrar, a partir de hoy la tatuadas ya no entraran mas al penal. Cecilia le dice que eso es ilegal, a lo que la mujer uniformada le responde aquí, nosotros somos la ley, Cecilia. llena de impotencia sale llorando cargada de anhelos frustrados…ahora no sabe que hacer,llena de interrogantes que mas falta por vivir... aborda un bus hacia san salvador, junto a ella un señor de unos setenta años va escuchando su historia y sus reproches hacia el ejercito, Cecilia desahogándose le cuenta que hoy siente que hay mas problemas que hace un año, dijeron que con el ejercito se disminuiría la violencia, pero cada día las cosas se ponen mas difíciles y parece que a nadie le importa, las autoridades ignoran las denuncias de violaciones a derechos humanos, actualmente la seguridad es sinónimo de represión, y la represión genera injusticia social, y mientras exista la injusticia social nada va a cambiar, desgraciadamente la gente del gobierno en su agenda solo hablan del presupuesto para incrementar la seguridad nacional. un alud de pensamientos se desborda en su mente y se queda en silencio… antes de bajar de autobús el anciano la mira con ternura, con una sonrisa quebrada le dice: hija siempre hay mentes perversas, y aunque parezca gracioso, todo conflicto al final es un buen negocio…

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